Crear significados más allá de la imagen

Por Alba Torres, miembro del equipo de Baud.

“7:30 am, suena el despertador. Cojo el móvil para revisar las redes sociales. Hago scroll por la pantalla sin detenerme ni 2 segundos en cada publicación. Veo algo que llama mi atención. Me detengo durante un instante, consigue acumular otro like y, con suerte, una visita al perfil”.

Esta frase podría ser de un inversor, de un consumidor, un proveedor, un periodista… Hoy en día, prácticamente cualquiera de nuestras audiencias está conectada en las redes sociales.

Las redes sociales, el lugar por excelencia de la imagen, donde muy pocos contenidos visuales los consideramos suficientemente buenos y, sin embargo, nos enganchan a estar conectados todo el día.

Continuamente, las compañías tratan de generar contenidos diferentes que llamen la atención de su audiencia, pero ya no nos sorprende cualquier publicación. El entorno digital y las redes sociales se han convertido en nuestro referente para juzgar, tanto a las personas como a las marcas. Y también en un canal en el que recabar información antes de comprar un producto o un servicio.

Esto os sonará familiar, descubro una marca nueva e inmediatamente me meto a revisar su web y sus redes sociales, me fijo en su feed, en su número de seguidores y en la cantidad de likes y de comentarios que tiene. Si no me gusta lo que veo, lo más probable es que no consuma su producto o servicio y que esa marca quede en el olvido.

¿Y qué puedo hacer en este contexto para captar la atención de los usuarios? Podría parecer que para ello habría que conseguir la imagen perfecta: un buen encuadre, con buena iluminación, colores que casen entre sí…

Una imagen desenfocada, descuadrada, con gamas cromáticas dispares y elementos inconexos entre sí no tendría cabida en ningún feed. ¿O sí?

La clave puede que no esté en crear lo que socialmente se consideraría una imagen “perfecta”, sino crear el contenido perfecto para nuestra marca, que transmita quiénes somos y los valores que representamos. Así de simple y de complejo a la vez.

La forma pierde relevancia frente a la consistencia de marca. De este modo una marca, por ejemplo, de una reserva natural podría mostrar en su contenido imágenes con una gran luminosidad, colores vivos y reflejar cómo convive la naturaleza en su estado natural, mostrando una imagen de armonía. O, por otro lado, decantarse por contenidos en blanco y negro, mostrando las líneas naturales de un entorno salvaje y barridos con trazos desenfocados, lo que transmitiría una imagen de fuerza.

Ambas opciones podrían triunfar, porque lo importante del contenido que compartimos no es solo ofrecer una imagen llamativa, sino también coherente y unificada. Una imagen que evoque significados y despierte emociones. Y para ello, es vital tener una estrategia detrás que te guíe, permitiéndote conocer qué transmitir con tu contenido y cómo hacerlo, porque el prestigio de nuestra marca y nuestro posicionamiento en el mercado van a depender de la imagen que proyectemos.

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Imagen de Gryffyn M